3rd Party Fraud (Fraude de tercera parte)

El fraude de tercera parte (3rd party fraud) ocurre cuando un criminal utiliza información de identidad robada o fabricada para hacerse pasar por un cliente legítimo. A diferencia del first party fraud, donde el solicitante distorsiona datos sobre sí mismo, o del second party fraud, donde existe consentimiento, el fraude de tercera parte se basa en el engaño sin el conocimiento de la víctima. Los estafadores explotan credenciales robadas, identidades sintéticas o filtraciones masivas de datos para abrir cuentas, solicitar préstamos o acceder a billeteras digitales a nombre de otra persona.
Para instituciones financieras, proveedores de BNPL y prestamistas digitales, este tipo de fraude es de los más perjudiciales. No solo genera pérdidas financieras directas, sino que también erosiona la confianza en los procesos de incorporación de clientes (onboarding). La dificultad radica en que las herramientas tradicionales de evaluación de riesgo muchas veces no logran diferenciar entre un solicitante genuino y un criminal con datos robados o falsificados suficientes para superar verificaciones estáticas.
En el crédito digital, la banca y la microfinanza, la reputación se construye sobre seguridad y confianza. Un solo caso de fraude de tercera parte puede generar consecuencias en cadena: pérdidas, escrutinio regulatorio y daño reputacional. Además, el rápido crecimiento del crédito instantáneo, el onboarding desde dispositivos móviles y los ecosistemas de finanzas integradas han aumentado la exposición.
Informes de la industria estiman que, cada año, se pierden miles de millones en todo el mundo a causa del fraude de tercera parte. A medida que evoluciona el robo de identidad, los delincuentes adoptan métodos cada vez más sofisticados: desde la creación de identidades sintéticas hasta el device spoofing (falsificación de dispositivos) y el uso de emuladores. Esto hace que las verificaciones tradicionales de KYC y de burós de crédito resulten insuficientes como defensas independientes.
En la práctica, el fraude de tercera parte puede adoptar varias formas:
Cada uno de estos escenarios demuestra la dificultad de depender únicamente de la verificación de información personal. Como la persona legítima suele desconocer el fraude hasta mucho después, las instituciones enfrentan tanto exposición financiera como riesgos de cumplimiento en los reportes e investigaciones.
Reducir la exposición al fraude de 3ª parte requiere un enfoque de múltiples capas que vaya más allá de la verificación tradicional. Entre las estrategias más eficaces se incluyen:
Al integrar estas prácticas, las organizaciones financieras pueden equilibrar crecimiento, cumplimiento y confianza del cliente, mientras reducen las pérdidas asociadas al fraude de tercera parte.
El fraude de 3ª parte no debe tratarse como un problema aislado. Se conecta con el account takeover (toma de control de cuentas), el fraude de identidad sintética y los esquemas de money mule (cuentas mula o de paso). Las instituciones que desarrollan estrategias de detección más allá de la verificación de datos personales —enfocándose en comportamiento, dispositivos e indicadores no tradicionales— estarán mejor preparadas para protegerse y proteger a sus clientes.
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